Si la publicidad no es debidamente estudiada y enfocada, puede causar más daño que beneficio para la propia empresa, y como mínimo, se convirtió en un gasto inoficioso.

Sucede esto cuando se invierte en el medio inadecuado, o cuando hacemos promesas nada consecuentes o reales con lo que el cliente o consumidor siente del producto.

Decidir acerca de las piezas, el medio y la manera de hacer la publicidad, requiere de un estudio previo que puede llegar a conclusiones tan sabias como que sea mejor mejorar el empaque, cambiar la promesa, reorganizar los avisos o hasta suspender algunos medios y sistemas masivos de comunicación y enfocarse en cambios internos.

Invertir en reuniones con clientes, en hacer más presencia en actividades de familiarización social algunas veces es más rentable que destinar un presupuesto publicitario, sin que sea una generalidad para todos los productos y servicios.

La publicidad agrega, pero hay que tener criterio y ante todo un estudio previo de la pertinencia, el medio, la forma y el cuándo hacerla.