Me encuentro con muchas empresas que después de realizar sus evaluaciones de desempeño, realizan un cronograma donde quedan establecidas tareas de reentrenamiento, formación y capacitación, y lo mejor de todo, es que lo cumplen cabalmente, pero al final del ejercicio anual, las cosas siguieron tal cual como estaban en un principio, no hay cambios ni mejora.

El problema inicia con los directores financieros y administrativos que seleccionan a los instructores basado en análisis de tarifa y precios económicos, desconociendo la experticia y los casos de éxito. Los procesos de capacitación y formación que no producen cambio no sirven para nada, es mejor repartir ese dinero en estímulos a través de premiaciones, logrando así aumentar la motivación.

No todo el que ofrece capacitación, por más títulos que tenga, es formador, el proceso requiere de una habilidad especial que logra más que impactar, convencer y motivar hacia el cambio.